También se conoce como arquitectura de defensa. Su nombre nos anuncia lo poco amigable que es. La propuesta de la arquitectura hostil consiste en rediseñar espacios públicos para evitar que sean mal utilizados. Sin embargo, esto implica que los espacios pueden presentar problemas de tránsito o que alguien resulte gravemente lastimado por la complejidad de la propuesta «hostil».
¿Solucionan algún problema espacial?
La respuesta sencilla es «no». En su mayoría son utilizados para resolver problemas a corto plazo, y muchas veces relacionados a personas sin techo o vendedores ambulantes. En ese sentido, resultan eficientes, pues logran liberar espacios. Mas no es definitivo, pues el espacio se ocupa con la arquitectura de defensa. Esto puede resultar en un daño a largo plazo para la plusvalía de la ciudad.
La arquitectura hostil puede ser un arma de doble filo para la ciudad, pues algunos peatones o infantes se pueden lastimar, afectando la imagen y popularidad del gobierno local. También puede afectar la perspectiva de gasto público, pues se destinan fondos exclusivos con el fin de obstaculizar espacios que pueden ser mejor aprovechados si se planificaran las urbes.
La mejor arquitectura hostil es la planificación urbana, para atajar los problemas sin llegar a irrumpir de manera visual o física espacios que deberían ocuparse para el libre tránsito.
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